Mi
nombre es Cynthia Rica Gómez y soy cosecha del 94. Mi
origen: Canarias, La Palma (La isla Bonita). Estudio
el Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual en la
Universidad Carlos III de Madrid.
Desde
muy pequeña las recomendaciones de mis profesores se basaban en el
periodismo. Esto desajustaba mis esquemas ya que anteriormente
había tenido intereses muy diferentes. Llegué a plantearme ser
científica. Adoraba las probetas y las herramientas de laboratorio.
Posteriormente pasé a interesarme por la astronomía, hasta que
descubrí en una excursión al astro físico de El Roque de
Los Muchachos en la Isla de La Palma (el cual recomiendo muchísimo,
ya que tengo la suerte de haber nacido en una isla con uno de los
cielos más limpios del mundo), que no quería pasarme el resto de mi
vida sentada en una silla y mirando una pantalla a la espera del más
mínimo movimiento de una estrella. Luego, se me pasó por la
cabeza la biología marina, aspiración que pronto olvidé. No me
convencía. Incluso llegué a pensar en estudiar antropología.
Consideraba de máximo interés la historia del ser humano, los
huesos y la investigación científica que conlleva. Sin embargo, no
tardé en darme cuenta de que yo quería una vida más completa.
Sabía perfectamente que ser arqueóloga, antropóloga y sus
variantes me ocuparía la mayor parte del tiempo y no podría dedicar
parte de mi vida a mi familia, amigos u otras inquietudes.
A
medida que crecía me daba cuenta de que yo no estaba hecha para
especializarme en una sola cosa, porque tarde o temprano mi
curiosidad, mi tendencia a informarme sobre otros temas diferentes y
mis irrefrenables ganas de saber de todo un poco terminarían por
quebrarme profesionalmente. Fue entonces cuando supe que el
periodismo me permitiría investigar sobre cualquier tipo de
temática, culturizarme, escribir, leer, conocer, curiosear, viajar,
ser más crítica con el mundo, estar informada, comunicar, tener
tiempo para mí y crecer como persona.
Mi
amor por las letras superó con creces la poca física y química que
había estudiado. Así que no dudé en dejarme llevar por mis
instintos.
Mi
necesidad de comunicar es tan vital como respirar. Por eso desde hace
años tengo este pequeño espacio que me permite satisfacer mis ganas
de decir de vez en cuando las cosas que se me pasan por la mente.
Porque el que escribe, escribe para sí mismo, pero a veces también
le gusta compartirlo.