El sinsentido más bonito es que,
sin saber cómo, lo perfecto no es interesante.
Lo que transgrede y se sale de la línea ideal
tiene un poder de seducción que huye
de nuestra comprensión.
Qué contradicción tan hermosa,
aunque a veces dolorosa.
Un día nos colocan en el borde del acantilado.
Y cuántas veces nos habremos tirado o dejado caer,
sin pensarlo demasiado, aun sabiendo que el abismo
podría ser más impecable, más limpio.
Pero es que lo anómalo atrapa.
Y qué voy a decir, ya no sé lo que es moralmente correcto.
Tampoco es que me interese saberlo.
Rica. C